Estaba hecha de miedos. De los que se reflejan en los ojos, te recorren el cuerpo y producen escalofríos. De miedos que se acaban convirtiendo en pesadillas. De esos que son como los botones de una camisa: a veces molestan, algunas veces sobran y otras aprietan el cuello.
Él lo sabía.
Y le hubiese gustado que dijese: "No tengas miedo a nada. Yo seguiré sosteniendo tu equilibro mañana e incluso dentro de cien años."
¿A quién no le hubiese gustado escuchar una frase así? :)
ResponderEliminarTodos estamos llenos de miedos... es parte de nuestro ser, el matiz está en saber sobreponerse a ellos, en evitar que nos lastren ;)
ResponderEliminarGran frase final! =P=P