Nothing like you

NOTA ANTES DE LEER EL CONTENIDO DEL BLOG: Por favor, NO te apropies de lo que no te pertenece.

martes, 21 de diciembre de 2010

La vida es como...


Como todos, cuando se aburría, se ponía a pensar. Aquella tarde recordó que cuando era una niña le gustaba hacer puzzles, completarlos, encajar todas las piezas, y luego desmontarlos para guardarlos en la caja. Tenía una caja, de aquellas redondas de las galletas -que (casi) todas las abuelas usan como costurero-, donde guardaba los puzzles que tenía, todos mezclados. Volcaba la caja en el suelo y, al ser diferentes por detrás, buscaba los que eran iguales para empezar a armarlos. Y así pasaba algunas tardes.
Y de repente, se dio cuenta que la vida es como un gran puzzle. Una vez había dicho que "todo encaja" y eso es cierto. Así que no era tan de locos pensar que la vida de las personas se asemejase a un puzzle de aquellos. Sí, de hecho, era así. La gente se empeña en tener todo, es decir, en completar el puzzle. Tener todas las piezas juntas, armadas. Y cuando alguna pieza les falta, bueno, cuando faltan piezas...se abruman un poco.


Pero hay veces en las que no se trata de encajar el puzzle, sino de saber qué piezas ir desencajando. No podemos conseguir todo lo que queremos en esta vida. Hay que saber qué necesitamos y qué no nos hace falta.


- Porque, a veces, los puzzles no tienen por qué estar completos.
- Porque, a veces, no tiene por qué llegar el final, no hay por qué terminar el puzzle.
- Porque, a veces, hay que desarmar todas las piezas y volver a empezar de nuevo.
- Porque, a veces, las piezas no tienen por qué encajar las unas con las otras.
- Porque, a veces, puedes reencontrar piezas que antes creías que no encajaban en ninguna parte.


Creo que ni siquiera debería haber un final.
(dicen que, un final feliz, es como un cuento sin acabar. Y esto también es cierto. Pero no sé hasta que punto)

lunes, 13 de diciembre de 2010

(seguir viviendo no es mantener los ojos abiertos, ni tampoco mantener un corazón latiendo)



Déjame ser el beat que marque tu canción,
aunque no sea la primera ni la última...

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Más cosas que nunca te dije:

Ya no tengo dudas de esto: nos condenamos a vivir sometidos bajo el tiempo. Un reloj -en realidad, cualquier reloj- conduce nuestras vidas. El tiempo nos domina, nos arrastra y le perdemos. Miramos el reloj continuamente, miramos la hora qué es, cuánto falta para lo siguiente que vamos a hacer y al final acabamos controlando todo con el tiempo para ver si hemos llegado tarde o demasiado pronto. A veces hay situaciones críticas donde nos quedamos sin tiempo porque no nos damos cuenta y se nos olvida mirar el reloj, otras veces sabemos llegar pronto y otras en cambio, el tiempo es quien decide las cosas, porque con el tiempo todo se acaba viendo. Ya sabes, eso que dicen que el tiempo es el único que pone a cada uno en su lugar...
El tiempo, es siempre el mismo tiempo, el ritmo no varía, aunque lo pueda parecer. Hay momentos que tardan una eternidad en llegar y cuando llegan es como si sólo hubiesen sido un segundo en nuestra vida. Cuando nos encontramos ante momentos felices, el tiempo (se nos) pasa extremadamente rápido, como si alguien hubiese puesto 16x para adelantar la película. En cambio, los momentos más duros, más difíciles o más incómodos, transcurren tan lentos, que parece, que en otra escena de esa misma película, alguien esta continuamente dando a la pausa.

...Y ahora, estoy en una de esas situaciones críticas. Crítica porque...es como la vez aquella que dije que nada me podía parar. Con la diferencia de que ahora sé que sí hay algo que me puede parar. Algo más allá de las palabras. EL TIEMPO. Lo he perdido o lo estoy perdiendo y aquí estoy colgada de la aguja del minutero esperando para ver desde aquí como tiro por la borda mi vida. Porque lo acabaré haciendo...tiempo al tiempo.

Y sí, nunca te lo había dicho. Tengo miedo a todo y especialmente al tiempo, a perder-lo. O a perderte con el tiempo. Una de las dos cosas...o las dos.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Que ya no quiero ni promesas, ni sorpresas...

Que sí, que tengo la mirada titubeante y la sonrisa partida. Y es que hoy les he tenido que decir a los recuerdos que dejen de venir a buscarme, porque cada vez que llaman a la puerta me destrozan las entrañas... 


Que vale, que como tal vez lleven razón esos que dicen que la ignorancia hace la felicidad...me he apuntado a clases de Olvido...espero que no se me olvide ir.


¿Que dices que me estás llamando? ahora si eso busco el cargador, que hoy la batería del corazón me está fallando y hace un rato tenía los latidos muy débiles...creo que se me ha apagado.


(y que dice mi lengua que lo que pasa es que hoy cuesta arrancarme las palabras...)

*según el profesor de lengua castellana y literatura:
en el examen he buscado tantos pronombres "que"
que al final me he acabado quedando sola............

lunes, 15 de noviembre de 2010

A esto, que llamo mi vida...

Si un día más es un día menos, si la vida es eso que pasa mientras mueres, entonces no entiendo porque cada día me siento más viva.

Más viva...o quizá más atada a la vida. Antes, cuando no era nadie, o creía no ser nadie, no valoraba lo que era vivir. Ahora, que soy la chica que cuando camina por la acera intenta no pisar las rayas y la chica que se inventa conversaciones que nunca han ocurrido (ni ocurrirán) y que mete todos los bolígrafos con la misma posición en el estuche porque si no no es feliz y la chica esa que se agobia porque tiene que estudiar y deja todo para el final y luego no se explica las notas que saca y la que piensa que no debería sacar esas notas y que ojalá un día se estrelle para empezar a cambiar un poquito y esa que un día dijo que pensar mal es acertar y se dio cuenta de cuánta razón tenían aquellas palabras porque cada vez que desconfiaba y le decían que se equivocaba, el tiempo al final le acababa dando la razón. La chica que antes andaba por ahí desperdiciando su vida y malgastando minutos con causas perdidas y que no sabía hacia donde virar el rumbo de su vida ni de sus sueños porque no le importaba nada. Y la chica que, no sé si es que tiene un sexto sentido o que sabe usar demasiado bien la lógica, predice o adivina cosas que luego suceden y esa chica que siempre dice que no va a volver a hacer algo y luego siempre lo acaba haciendo, aunque le duela, porque en el fondo le gusta el dolor y su vida gris y áspera y su corazón agrietado y le gusta también su mente difusa y contradictoria y sus ideas que parecen sacadas del guión de una de esas películas donde noséquién quiere acabar con el mundo y le gustan todas esas cosas "malas" que mitad de la sociedad detesta y esa chica que odia la sociedad hipócrita en la que vive y esa que podría pasarse horas hablando de ella y sus millones de defectos porque un día descubrió que la mejor manera de hablar de ella misma era en tercera persona. La chica que ahora cuando abre los ojos sabe que hay una razón de peso para seguir viviendo en este mundo asqueroso. Ahora, que soy ese tipo de chica, aunque nunca he sabido qué tipo era exactamente, porque a menudo me tildaron de rara, he aprendido a valorar cada instante de esta vida, aunque sepa a poco. Lo sé, lo sé...Me he vuelto loca. Tal vez más loca de lo que ya estaba...





(ahora, que el libro de mi vida lleva escrito en cada página tu nombre y hoy está de cumpleaños y que es posible que el próximo capítulo de ese libro te culpe de que alguien haya aprendido a valorar la vida y de que también alguien cada vez crea más en las casualidades)

viernes, 12 de noviembre de 2010

Donde duele: inspira.

- Eso que sabes hacer con las palabras, de convertirlas en balas y luego disparar. Eso, me gusta. Y no es herir; se llama suerte. No todo el mundo sabe ser sincero cuando tiene que serlo...




(desde que orbitas en sentido anti horario a once centímetros de mi centro de gravedad)

lunes, 1 de noviembre de 2010

Lo que no fue (pero pudo ser) de nosotros:

Después de aquella noche, dijeron adiós como si nada. Tal vez porque era lo único que podían decir. De hecho, no encontraban más palabras para aquella situación. Un "hasta pronto" habría aliviado, pero no era lo que esperaban. Después de tanto tiempo, todo había quedado resumido en una sola noche. Ni siquiera llegó a una noche, fue una hora y media. Una hora y media que ella quería recordar toda su vida. Una hora y media que quizá él acabase olvidando cualquier día.

Se quedaron sin decir "te quiero". Él no resultó ser quien adivinase sus pensamientos. Ella nunca se aprendió su número de teléfono a la primera. No hubo muchas llamadas, ni de esas que no sólo acortan distancias, sino que también alargan conversaciones. Tampoco hubo mensajes de madrugada, ni mensajes a las ocho de la mañana. Él nunca descubrió que a ella le gustaban las galletas. Ella nunca supo cuál era su grupo favorito. Nunca se miraron fijamente sin quitar la mirada rápido. Él no se fue silbando después de despedirse de ella. Porque no hubo más despedidas. Nunca se tumbaron en el sofá con una manta ni en la cama. No se abrazaron como si el mundo se fuese a acabar. Nunca fueron ellos mismos con ellos mismos. Él no le pidió que cantase en el coche. Ella nunca le dijo que escribía para él. Porque nunca hubo nada de verdad entre ellos.

Y, como si de una cruz se tratase, sus caminos, que se encontraban separados, se juntaron una noche para volverse a separar. Y dijeron adiós como si nada. Pero sabían que no era como si nada.





jueves, 28 de octubre de 2010

Cosas que nunca te dije:

"Otoño son tus ojos."










(eyes photos taken by María Tarazona)

domingo, 10 de octubre de 2010

10:10

Siempre odié octubre. Los finales de semana y los días 10. Cuando llegaban las 10 de la mañana y cuando tenía que contar hasta 10. Los viajes de 10 días y el despertador que sonaba cada 10 minutos. Siempre estuve entre los 10 primeros de la lista. Nunca me gustó eso de x10 (elevado a lo que sea). Ni tampoco tener que llegar a las 10. Odio las listas de 10 cosas. No me gusta el número 10. Tampoco me gusta la idea de ser una chica de 10. Porque ni siquiera el número 10 es perfecto...es un 1 y un 0, ¿qué tiene de especial? el cero no es nada y el uno...es solitario, y los que dicen que es mejor estar solo que mal acompañado es porque nunca han estado solos...

(y sí, son las 10:10 de un domingo, día 10 del mes diez del año 2010)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Y...


Y entonces, llega la hora de ir a dormir. Me tumbo y empiezo a pensar. Y me doy cuenta de muchas cosas. De que llegué a tu vida casi de rebote. Y de que eso fue el día menos pensado. Y de que ya no me siento tan sola. Y de que me has cambiado tanto. Y de que me entiendes como nadie nunca lo había hecho (o al menos eso creo). Y de que primavera y verano no habrían sido lo mismo sin ti. Y de que no hace falta que sea otoño porque cuando te miro, me doy cuenta que otoño son tus ojos. Y de que este invierno mi mejor abrigo contra el frío serán tus abrazos. Y de que cuando llueve soy un poquito más feliz y si estoy contigo otro poquito más feliz. Y de que en mi mundo la mejor escena de película, que jamás nadie haya visto, es una en la que tú sales sonriendo. Y de que me haces sentir viva. Y de que tengo mucha suerte. Y de que adoro la forma con la que me miras. Y de que estoy loca, porque pasaría el resto de mi vida viendo cómo sonríes.

Y poco a poco, me acabo quedando dormida.

Y sueño.

Y al despertar, me doy cuenta que esto, lo nuestro, es también un sueño pero de esos que aunque te despiertes...sigue siendo todo como en un sueño. Pero del que no quiero despertarme.



(Y tú, ¿en qué piensas antes de ir a dormir?)

jueves, 16 de septiembre de 2010

Cuando me pregunten...

...qué era lo que más me gustaba de la vida, yo responderé: TÚ.



(City of Angels)

lunes, 13 de septiembre de 2010

Deseos de cosas imposibles.

Es lo típico. Cuando eres adolescente y te dicen que pidas un deseo, casi siempre pides lo mismo: aquello que sabes -o crees- que no puedes tener. Pero a menudo nos equivocamos. Y así pasó, tanto desearte pensando que era una ilusa, que acabé haciendo trasbordo en tus labios, sin querer pero queriendo.

(Y ahora deseo que no me sueltes nunca)

miércoles, 25 de agosto de 2010

¿De verdad?

Supongo que en la vida, nunca nada te llega a llenar del todo. Cuando la ilusión se va perdiendo, lo poco que se puede hacer es salvarse. Pero mi brújula está rota, ya no marca el norte correcto y no consigo escapar. Y no sé si tú puedes guiarme. Porque otra vez siento ese maldito vacío que me hace sentirme tan hueca por dentro, tan sola en esta vida. Quizá esté condenada a sentirme sola aun estando rodeada de personas. Y no quiero que confies en mí porque no tengo ni idea de dónde quiero llegar, puede que nos perdamos. Sólo quiero que me agarres la mano fuerte, que me aprietes, quiero que me hagas daño, mucho daño, pero que no me sueltes hasta que no se te agoten los besos, que no dejes de mirarme hasta que se te acaben las ganas. Porque cuando esté sin ti, acabaré por atarme las manos y aferrarme a un pasado que aún estará presente, las lágrimas que se perderán entre los recovecos de mi mirada, será cada uno de los momentos que hemos pasado y los besos que me han calado hasta los huesos, seguirán intactos sobre mi cuerpo. Perdemos tantas cosas al día sin darnos cuenta y sin darnos cuenta nos perderemos a nosotros mismos. Y en realidad no sé qué perdemos, si lo que tenemos o lo que tenemos miedo a perder. Pero yo tengo miedo y mucho.

(Y, por suponer, también supongo que esta es la parte triste que se esconde tras un...te quiero)

jueves, 19 de agosto de 2010

Tú, que sonríes cuando me miras.

Tú, que llegaste como un intermitente a mi vida y espero que no acabes siendo un piloto fundido. Tú, que entre suspiros me robaste alguna que otra tímida sonrisa. Tú, que acabaste siendo el mejor postor el día que subasté mi vida al precio más bajo. Tú, que sabes lo que voy a decir antes siquiera de que lo piense. Tú, que has cambiado mi rutina. Tú, que has borrado mil dudas y miedos. Tú, que me ganaste desde el principio sin gesticular ni una sola palabra. Tú, que eres mi delirio, mi despertar, mi sueño y mis tardes disfrazadas de noches. Tú, que eres mis puestas de sol. Tú, que me has hecho adicta a ti y a tus besos. Tú, que has hecho que esté perdiendo el norte por ti. Tú, que no dejas de sorprenderme...

(Y tú, que hoy te estás perdiendo la sonrisa que se está dibujando en mi cara al ver la lluvia caer)

domingo, 8 de agosto de 2010

Alguien dijo alguna vez:

"Las pequeñas cosas te hacen descubrir un mundo del que de inmediato quieres huir, pero que también rápidamente comprendes que jamás conseguiras escapar. El castigo de las pequeñas cosas es que su recuerdo te revela demasiado sobre ti mismo de un solo golpe."

Siempre he pensado que las pequeñas cosas son un reflejo de cada uno de nosotros. Son aquellos detalles, sin importancia aparente, que dan sentido a nuestra vida. Creo que lo mejor que te puede llegar a pasar es vivir rodeado de pequeñas cosas. Porque, esas pequeñas cosas, hacen grandes historias día a día. Y no importan las buenas noticias ni las grandes alegrías...sólo importan, sin excepción alguna, las pequeñas cosas.

Las pequeñas cosas como coger la cuchara de otra forma al resto, adorar el frío, los días nublados y los de lluvia, odiar el calor y el verano, sonreír sin motivo, soplar porque sí, dar besos en la oreja y casi reventar el tímpano, abrir las botellas y latas con la mano izquierda, odiar la coca-cola, la pepsi, la fanta y bebidas parecidas excepto el nestea, ser adicta a las galletas, m&m's, y a los batidos puleva, apoyar el lápiz en el dedo anular cuando la mayoría lo apoya en el corazón, pegar una frase triste en la pared, llevar el reloj en la mano derecha y por el otro lado, odiar las piscinas municipales y la tele, acordarse de cosas y detalles que casi nadie recuerda, odiar el color verde y antes ser el favorito, amar el buceo, el olor de la gasolina, los guantes y los calcetines (y más), son las cosas de las que no puedes huir, que revelan tus manías, que te diferencian del resto, pero que dan sentido a la vida y sin ellas, sería casi imposible conciliar bien el sueño.

jueves, 5 de agosto de 2010

Sólo importa lo que tú quieres que importe.

Todos los viajes que he hecho y todos los caminos que he recorrido me han llevado a ti. No sé si estoy en la dirección exacta ni tampoco sé si he llegado al sitio correcto. Pero si me he equivocado, volvería a equivocarme otra vez. Y aunque no me duelan los pies, aunque no esté cansada, no me voy a mover de aquí porque sé, que después de todo, no importan los viajes ni los largos caminos. Ni importan los días ni los meses que haya tenido que esperar. Ni siquiera importa la razón de todo esto. Lo que realmente importa son las personas y los momentos y cómo los recordaremos. Cómo, cada vez que pensemos en esos instantes llenos de felicidad, se dibujará una sonrisa en nuestras caras. Que, al fin y al cabo, a lo largo del camino las cosas suceden como tienen que suceder y hablando de planes...tenemos que contar con lo inesperado. Y tú eres algo in-esperado. Aunque por alguna extraña razón sabía que estabas en la puerta incluso antes de llamar...

(ahora sé que tu brújula tiene el norte correcto y que estamos en la dirección exacta)

martes, 20 de julio de 2010

01:50

La misma mano que agarró la mía una noche de invierno y tiró de mí hacia un lugar imposible y que hoy me sigue sosteniendo. El mismo dedo índice que hoy recorre mi piel y que un día tocó la esquina del archivador. La misma mirada repentina que me hizo sonreír y que sigue sacándome sonrisas. El mismo brillo en los ojos que hoy delata y que golpeó con fuerza un frágil corazón y lo dejó en la cuerda floja. Pero no las mismas ganas ni las mismas sensaciones ni tampoco los abrazos ni los sentimientos. El recuerdo de los sustos, de la vergüenza y del miedo. Y los besos imposibles con las palabras susurradas. Y la cuerda floja con un abismo debajo del que me has salvado. Otra vez día par: tal vez no es casualidad. ¿Y aún no te das cuenta de cómo has cambiado mi rutina? Ya no temo a nada porque sé que seguirás aquí. Sólo...no quiero volver a tropezar.




(Y al otro lado del abismo... ahora sólo estamos tú y yo)

sábado, 17 de julio de 2010

Tardes de verano infinitas.

Tardes que te mueres de calor. Tardes que no tienes ganas de nada. Tardes que te apetece andar. Tardes que se te antoja un batido de vainilla con galletas oreo. Tardes que no te mueves de un banco. Tardes que echas, simplemente, la tarde. Tardes de tirarse en la hierba. Tardes de recuerdos. Tardes que recuerdan la época de clases. Tardes que sólo te apetece hablar del tiempo. Tardes que quieres que pasen rápido. Tardes que se te olvida la toalla y te pican las hormigas. Tardes junto a ti. Tardes de nadie. Tardes de beber 1,5L de nestea en menos de una hora. Tardes con siestas de 5 horas. Tardes que echas mucho de menos el invierno. Tardes de aburrimiento. Tardes de hablar de lo nunca hablado. Tardes de secretos. Tardes con las amigas. Tardes que miras el reloj y la manecilla parece no moverse. Tardes de piscina. Tardes como días. Tardes que esperas una llamada o un sms que nunca llegan. Tardes que hacen soñar. Tardes de tumbarte en el sofá. Tardes con fútbol. Tardes que quieres que llueva. Tardes que nunca hubieses imaginado. Tardes de no hacer nada. Tardes con sol, con nubes y con 42ºC y lo único que se te ocurre es dar una vuelta por la calle. Tardes de fotos. Tardes de sonrisas, de palabras susurradas y de abrazos y besos. Tardes que quiero recordar. Tardes que no quiero olvidar.





sábado, 10 de julio de 2010

She was a silly girl.

Tenía la voz rasgada y la mirada vacía. Solía divagar entre las imprecisiones de su mente y aunque mantenía los pies en el suelo, estaba lejos de aquí. Ella, caracterizada por las locuras y los sinsentidos de la vida, sonreía. Tenía aquella sonrisa forzada, dilatada, mordida por los nervios pero que asombrosamente la delataba. Notaba el hormigueo del cansancio, las ganas que tenía de soñar y, en cambio, allí seguía, con el pulso tembloroso. Tenía la manía de pensar en los desastres, de dividir sus sentimientos y regalárselos al resto, de dejar de lado la importancia que tenía. Andaba con dilatorias, le gustaba dejar todo para el final, como si antes tuviese mejores planes, aunque no los tenía. Y aquel día así lo había hecho: había vuelto a dejar todo para el peor momento. Era alguien suprasensible, con un corazón hecho trizas por el tiempo y una barrera alrededor insuperable que la hacían frágil e intocable. Sus límites no eran más que las caricias que le desbordaban las costuras y el devaneo de besos que muy bien sabía que en esta vida viene y va, pero que todos necesitamos para seguir. Era difícil y a la vez magnética, con el norte desorientado y la brújula rota por los polos. Sus mejillas sonrojadas y heladas de frío transmitían confianza, pero seguía desconfiando. Ella, de huir de las situaciones difusas desviando el hilo de sus palabras por otros caminos, se había perdido. Era siempre tan compleja, tan distante pero a la vez tan espontánea que resultaba atípica. A diario se le atragantaban las palabras y los remordimientos, esa pérdida de tiempo que la condenaba. Escribía de todo y de nada, sin escribir sobre sí misma pero hablando de sus cosas. Ella temía a los cambios, tenía pánico de las paradas innecesarias, de los atajos equivocados. Odiaba el rastro de las huellas dactilares que dicen que los demás dejan en nuestra vida. Y era tan simple como que lo que más le gustaba era coger la toalla y tirarse bajo algún barato cielo de julio.



martes, 6 de julio de 2010

Sonrisas y miradas.

Puede ser el destino de sonrisas que se cruzan. O de miradas que se encuentran casi sin saber por qué razón, que se mantienen durante a penas unos segundos pero casi parecen horas. Y es extraño. Pero te das cuenta que ya no puedes vivir sin esa mirada. Extraño porque siempre acabo hablando de miradas cuando ni siquiera me gusta que me miren fijamente a los ojos. Aquella fue de esas veces, de las que se encontraron dos miradas y dos sonrisas pasajeras en el mismo vagón. Diría que aquella fue también de esas veces en las que crees que estás en el lugar y en el momento equivocado, pero que con el tiempo te acabas dando cuenta que si no hubiese sido por aquello, quizá ahora nada tendría sentido. Y entonces es cuando piensas que tienes que dar las gracias a algo o a alguien por haberte hecho tan feliz aquel día. Que aunque después viniesen los ojos anegados y un sinfín de quebraderos de cabeza y el final de los finales que parecía nunca terminar, decidiste seguir queriendo llegar hasta donde querías llegar. Y que si no hubiese sido por aquella noche de frío en la que decidió robarte la sonrisa, ahora ni siquiera tendría en quién pensar... Porque ya hace mucho más de 365 días que soñaba con algo parecido a esto. Con algo parecido a que tu mirada se encontrase con la mía y algo como verme reflejada en tus ojos. Algo como sonreírte sin tener que preguntarme más tarde porqué lo he hecho.

(Y que no sé cómo, pero siempre acabo hablando de ti...por algo será)

domingo, 4 de julio de 2010

Echar un litro de más significa echar a alguien de menos.

Echaba de menos eso de despertarse sin despertador. Echaba de menos eso de soñar contigo y despertarme y volver a reinventar y dormirme otra vez y seguir soñando (contigo). Echaba de menos despertarme un martes a las doce. Echaba de menos poder irme a la cama a las tantas sin tener que pensar que mañana no iba a haber grúa que me levantase. Echaba de menos ver el sol traspasando la ventana bien entrada la mañana y levantarme a bajar la persiana para seguir durmiendo. Echaba de menos no echar nada en falta. Porque creo que no me falta nada. Lo tengo todo: te tengo a ti y todo un verano por delante. Y no necesito nada más.

Echaba de menos pasar tantas horas con alguien. Echaba de menos no tener a quien mirar ni tener quien me mirase. Echaba de menos recibir sonrisas y devolver más a cambio. Echaba de menos los susurros al oído. Echaba de menos los besos y las caricias. Echaba de menos no tener quien me abrazase. Echaba de menos los retos de miradas que nunca soy capaz de aguantar. Echaba de menos ser feliz al lado de alguien. Echaba de menos ser tan ingenua. Echaba de menos volver a casa con una sonrisa. Echaba de menos querer con tanta fuerza. Echaba de menos notar el corazón latiendo tan rápido. Echaba de menos todo esto y mucho más.

(Y si echaba de menos por algo será)

viernes, 2 de julio de 2010

El recuerdo: un resumen que hacemos del tiempo.

Porque recordamos todo aquello que nos marca, por pequeño que sea. Existen todo tipo de recuerdos, desde los que más felicidad nos provocan hasta los que más tristeza nos han causado. Hay recuerdos que nos arrancan sonrisas, recuerdos que hacen que nuestros ojos se tornen de otra manera. Recuerdos que nos sacan alguna que otra lágrima que brota por nuestras mejillas mientras intentamos no llorar. Hay recuerdos que nos hacen sufrir, que nos hacen arrepentirnos de haber cometido errores que podíamos haber evitado. Y todos los recuerdos tienen algo en común: desde que suceden, nos persiguen el resto de nuestra vida. No podemos evitar los recuerdos, no podemos evadirnos de ellos, no podemos dejar de recordar continuamente, no podemos olvidar por mucho que queramos. Porque los recuerdos son los que escriben nuestra historia, la unión de todos nuestros recuerdos son los que forman nuestra vida. Y creo, que sólo por los recuerdos, por recordar lo que nos sucedió en otros tiempos, merece la pena vivir.

jueves, 1 de julio de 2010

Siempre fui.

Siempre fui de largas esperas. De querer inviernos fríos cuando pasaba otoño. De miradas perdidas que se cruzan sin detenerse. De frases a medias. De verdades que es mejor no escuchar. Siempre fui de marcar días en el calendario. De promesas sin cumplir. De perseguir causas perdidas. De besos y abrazos inesperados. De historias que se quedan por el camino. Siempre fui de las que se escapan. De silencios (in)cómodos. De suspiros que levantan el flequillo. De sonrisas a tiempo. De verme reflejada en otros ojos.