Nothing like you

NOTA ANTES DE LEER EL CONTENIDO DEL BLOG: Por favor, NO te apropies de lo que no te pertenece.

martes, 20 de julio de 2010

01:50

La misma mano que agarró la mía una noche de invierno y tiró de mí hacia un lugar imposible y que hoy me sigue sosteniendo. El mismo dedo índice que hoy recorre mi piel y que un día tocó la esquina del archivador. La misma mirada repentina que me hizo sonreír y que sigue sacándome sonrisas. El mismo brillo en los ojos que hoy delata y que golpeó con fuerza un frágil corazón y lo dejó en la cuerda floja. Pero no las mismas ganas ni las mismas sensaciones ni tampoco los abrazos ni los sentimientos. El recuerdo de los sustos, de la vergüenza y del miedo. Y los besos imposibles con las palabras susurradas. Y la cuerda floja con un abismo debajo del que me has salvado. Otra vez día par: tal vez no es casualidad. ¿Y aún no te das cuenta de cómo has cambiado mi rutina? Ya no temo a nada porque sé que seguirás aquí. Sólo...no quiero volver a tropezar.




(Y al otro lado del abismo... ahora sólo estamos tú y yo)

sábado, 17 de julio de 2010

Tardes de verano infinitas.

Tardes que te mueres de calor. Tardes que no tienes ganas de nada. Tardes que te apetece andar. Tardes que se te antoja un batido de vainilla con galletas oreo. Tardes que no te mueves de un banco. Tardes que echas, simplemente, la tarde. Tardes de tirarse en la hierba. Tardes de recuerdos. Tardes que recuerdan la época de clases. Tardes que sólo te apetece hablar del tiempo. Tardes que quieres que pasen rápido. Tardes que se te olvida la toalla y te pican las hormigas. Tardes junto a ti. Tardes de nadie. Tardes de beber 1,5L de nestea en menos de una hora. Tardes con siestas de 5 horas. Tardes que echas mucho de menos el invierno. Tardes de aburrimiento. Tardes de hablar de lo nunca hablado. Tardes de secretos. Tardes con las amigas. Tardes que miras el reloj y la manecilla parece no moverse. Tardes de piscina. Tardes como días. Tardes que esperas una llamada o un sms que nunca llegan. Tardes que hacen soñar. Tardes de tumbarte en el sofá. Tardes con fútbol. Tardes que quieres que llueva. Tardes que nunca hubieses imaginado. Tardes de no hacer nada. Tardes con sol, con nubes y con 42ºC y lo único que se te ocurre es dar una vuelta por la calle. Tardes de fotos. Tardes de sonrisas, de palabras susurradas y de abrazos y besos. Tardes que quiero recordar. Tardes que no quiero olvidar.





sábado, 10 de julio de 2010

She was a silly girl.

Tenía la voz rasgada y la mirada vacía. Solía divagar entre las imprecisiones de su mente y aunque mantenía los pies en el suelo, estaba lejos de aquí. Ella, caracterizada por las locuras y los sinsentidos de la vida, sonreía. Tenía aquella sonrisa forzada, dilatada, mordida por los nervios pero que asombrosamente la delataba. Notaba el hormigueo del cansancio, las ganas que tenía de soñar y, en cambio, allí seguía, con el pulso tembloroso. Tenía la manía de pensar en los desastres, de dividir sus sentimientos y regalárselos al resto, de dejar de lado la importancia que tenía. Andaba con dilatorias, le gustaba dejar todo para el final, como si antes tuviese mejores planes, aunque no los tenía. Y aquel día así lo había hecho: había vuelto a dejar todo para el peor momento. Era alguien suprasensible, con un corazón hecho trizas por el tiempo y una barrera alrededor insuperable que la hacían frágil e intocable. Sus límites no eran más que las caricias que le desbordaban las costuras y el devaneo de besos que muy bien sabía que en esta vida viene y va, pero que todos necesitamos para seguir. Era difícil y a la vez magnética, con el norte desorientado y la brújula rota por los polos. Sus mejillas sonrojadas y heladas de frío transmitían confianza, pero seguía desconfiando. Ella, de huir de las situaciones difusas desviando el hilo de sus palabras por otros caminos, se había perdido. Era siempre tan compleja, tan distante pero a la vez tan espontánea que resultaba atípica. A diario se le atragantaban las palabras y los remordimientos, esa pérdida de tiempo que la condenaba. Escribía de todo y de nada, sin escribir sobre sí misma pero hablando de sus cosas. Ella temía a los cambios, tenía pánico de las paradas innecesarias, de los atajos equivocados. Odiaba el rastro de las huellas dactilares que dicen que los demás dejan en nuestra vida. Y era tan simple como que lo que más le gustaba era coger la toalla y tirarse bajo algún barato cielo de julio.



martes, 6 de julio de 2010

Sonrisas y miradas.

Puede ser el destino de sonrisas que se cruzan. O de miradas que se encuentran casi sin saber por qué razón, que se mantienen durante a penas unos segundos pero casi parecen horas. Y es extraño. Pero te das cuenta que ya no puedes vivir sin esa mirada. Extraño porque siempre acabo hablando de miradas cuando ni siquiera me gusta que me miren fijamente a los ojos. Aquella fue de esas veces, de las que se encontraron dos miradas y dos sonrisas pasajeras en el mismo vagón. Diría que aquella fue también de esas veces en las que crees que estás en el lugar y en el momento equivocado, pero que con el tiempo te acabas dando cuenta que si no hubiese sido por aquello, quizá ahora nada tendría sentido. Y entonces es cuando piensas que tienes que dar las gracias a algo o a alguien por haberte hecho tan feliz aquel día. Que aunque después viniesen los ojos anegados y un sinfín de quebraderos de cabeza y el final de los finales que parecía nunca terminar, decidiste seguir queriendo llegar hasta donde querías llegar. Y que si no hubiese sido por aquella noche de frío en la que decidió robarte la sonrisa, ahora ni siquiera tendría en quién pensar... Porque ya hace mucho más de 365 días que soñaba con algo parecido a esto. Con algo parecido a que tu mirada se encontrase con la mía y algo como verme reflejada en tus ojos. Algo como sonreírte sin tener que preguntarme más tarde porqué lo he hecho.

(Y que no sé cómo, pero siempre acabo hablando de ti...por algo será)

domingo, 4 de julio de 2010

Echar un litro de más significa echar a alguien de menos.

Echaba de menos eso de despertarse sin despertador. Echaba de menos eso de soñar contigo y despertarme y volver a reinventar y dormirme otra vez y seguir soñando (contigo). Echaba de menos despertarme un martes a las doce. Echaba de menos poder irme a la cama a las tantas sin tener que pensar que mañana no iba a haber grúa que me levantase. Echaba de menos ver el sol traspasando la ventana bien entrada la mañana y levantarme a bajar la persiana para seguir durmiendo. Echaba de menos no echar nada en falta. Porque creo que no me falta nada. Lo tengo todo: te tengo a ti y todo un verano por delante. Y no necesito nada más.

Echaba de menos pasar tantas horas con alguien. Echaba de menos no tener a quien mirar ni tener quien me mirase. Echaba de menos recibir sonrisas y devolver más a cambio. Echaba de menos los susurros al oído. Echaba de menos los besos y las caricias. Echaba de menos no tener quien me abrazase. Echaba de menos los retos de miradas que nunca soy capaz de aguantar. Echaba de menos ser feliz al lado de alguien. Echaba de menos ser tan ingenua. Echaba de menos volver a casa con una sonrisa. Echaba de menos querer con tanta fuerza. Echaba de menos notar el corazón latiendo tan rápido. Echaba de menos todo esto y mucho más.

(Y si echaba de menos por algo será)

viernes, 2 de julio de 2010

El recuerdo: un resumen que hacemos del tiempo.

Porque recordamos todo aquello que nos marca, por pequeño que sea. Existen todo tipo de recuerdos, desde los que más felicidad nos provocan hasta los que más tristeza nos han causado. Hay recuerdos que nos arrancan sonrisas, recuerdos que hacen que nuestros ojos se tornen de otra manera. Recuerdos que nos sacan alguna que otra lágrima que brota por nuestras mejillas mientras intentamos no llorar. Hay recuerdos que nos hacen sufrir, que nos hacen arrepentirnos de haber cometido errores que podíamos haber evitado. Y todos los recuerdos tienen algo en común: desde que suceden, nos persiguen el resto de nuestra vida. No podemos evitar los recuerdos, no podemos evadirnos de ellos, no podemos dejar de recordar continuamente, no podemos olvidar por mucho que queramos. Porque los recuerdos son los que escriben nuestra historia, la unión de todos nuestros recuerdos son los que forman nuestra vida. Y creo, que sólo por los recuerdos, por recordar lo que nos sucedió en otros tiempos, merece la pena vivir.

jueves, 1 de julio de 2010

Siempre fui.

Siempre fui de largas esperas. De querer inviernos fríos cuando pasaba otoño. De miradas perdidas que se cruzan sin detenerse. De frases a medias. De verdades que es mejor no escuchar. Siempre fui de marcar días en el calendario. De promesas sin cumplir. De perseguir causas perdidas. De besos y abrazos inesperados. De historias que se quedan por el camino. Siempre fui de las que se escapan. De silencios (in)cómodos. De suspiros que levantan el flequillo. De sonrisas a tiempo. De verme reflejada en otros ojos.